sábado, 31 de enero de 2009

1 de febrero


Cuando la chica se inclinó, una fragancia cara impregnó el ambiente. Era el aroma más dulzón que había olido en su vida, pero esa mezcla de almizcle y rosas con el largo cabello rojizo hacían que Hubert no pudiese quitar la vista de la joven que acababa de entrar en el café.

-¿Me pones un café?

-Hum...

-¿Hola?¿Podrías ponerme un café? Corto, con mucha leche.

-Sí, claro.


...


-Gracias. Oye, ¿tengo algo en la cara?

-¿Perdón? No, no, no he creído que me hablabas.

-Es la primera vez que alguien intenta coquetear conmigo de una manera tan sumamente torpe. ¿Quieres sentarte?



Y en ese momento Hubert no entendió qué significaba lo que le recorría la columna vertebral. Pero se parecía a la sensación que Gene Kelly tenía en "Cantando bajo la lluvia". Y sin saber qué le empujaba a hacerlo, se sentó. Y dejó que pasase.

jueves, 29 de enero de 2009

29 de enero


- Y aquí nos quedamos, dejando que fluya el aire. Dejando que pasen las horas.

Sintiendo el tiempo que nos une, y finjiendo que nada nos separa.

Susúrrame que esta sensación va a durar. Que no es efímera. Que yo no soy una más.

Dime que me esperarás, que lo harás, dime que por mucho daño que te haga o por mucho que esto nos contamine, no dejarás de pensar que ha ocurrido. Que un día, algo nos unió.

No dejes que nadie te diga que no te quise, que no me preocupé por ti.

Sabes muchas cosas de lo que he sido, de lo que fui contigo. Sabes que aunque parezca que los minutos pasan con parsimonia, nunca los vivirás igual que ahora. No dejes que te duelan.

Recuerda que te quiero. Recuérdame así. Recuérdalo. Que mi último aliento es tuyo.

Y de pronto, la máquina pitó, mientras el pecho de Carla se encogía y la congoja presionaba el de Sam. Ya estaba. Y él no le había dicho adiós.



miércoles, 28 de enero de 2009

28 de enero


- Solo ha sido un beso...

- Ha sido más que eso.

- Tiene 15 años.

- Pero la quiero, la quiero conmigo.

- Tú no la quieres, esto es OB-SE-SI-VO, Aaron.


Aaron debatía consigo mismo lo que acababa de hacer. Era cierto, Emma lo desconcertaba, rompía todos sus esquemas en mil piezas. Entró en su vida de casualidad destrozando con una ligereza supina todo lo que encontraba. Su gracilidad y su delicadeza eran algo fuera de lo común. No había visto nunca nada parecido. La amaba. O eso creía él. Quizás, a sus 35 años, no sabía todavía que era amar, pero eso se le parecía. Soñaba todas las noches con el tacto de porcelana de su piel y su olor a frambuesas. Y su sabor a frambuesas. Lo ataba, lo desataba, hacía todo lo que quería con él, y ella lo sabía. Y tenía que acabarse. No podía ser. No debía ser.

Aaron dirigió su vista al ventanal que daba al jardín y la vió allí, sentada, con un vestido corto que dejaba al descubierto sus largas piernas. Y suspiró, no podía evitarlo. Se levantó y bajó corriendo a trompicones a buscarla.

lunes, 26 de enero de 2009

26 de enero


Sonríe por las sábanas que se te enredan entre los pies.

Sonríe por el olor del café recién hecho, humeante.

Sonríe porque el viento desordena tu pelo, que te acaricia la frente.

Sonríe por sentir cosquillas en el estómago.

Sonríe por lo que eres.

Por lo que fuiste.

Por lo que serás.

viernes, 23 de enero de 2009

24 de enero


Cerró los ojos mientras dejaba caer unas lágrimas. Era cierto. No habría más noches interminables. Tampoco paseos por el puerto. Ni cafés en un bar. Se acabó no contar el tiempo. Y los besos furtivos.

El amor se había terminado. Y entonces no le quedaba nada.

martes, 20 de enero de 2009

20 de enero


- Nos vamos.


- ¿Qué?


- Da igual, coge tu maleta, llénala de lo menos posible y vámonos.


- ¿Pero a dónde?


- ¿Qué más da eso? Vamos a buscar un lugar en el que no hagamos nada. Vamos a la playa desde que amanece hasta que necesites abrigarte. Vamos a mojarnos cuando llueve a la plaza más grande de cualquier ciudad, lejos de donde podamos resguardarnos. Vamos a correr por una calle abarrotada de gente. Vamos a caernos rendidos y dormir en el asiento más raído de algún viejo tren. A perdernos en el metro de Nueva York, ¿qué importa a dónde?


- ¿Nueva York? ¿Vamos a cruzar el Atlántico?


- Da igual, tenemos todo el tiempo del mundo

domingo, 18 de enero de 2009

18 de enero


Y dejo caer el agua de la ducha sobre mi cara, y empiezo a notar cómo me pesa el pelo, empapado.

A veces me da la impresión de que las cosas se piensan mejor en la ducha. No sé si es porque con el vapor fluyen más rápidamente las sensaciones. O los pensamientos.


Solo sé que me dejé caer. No aguanté con el peso del agua. O del remordimieto. Y me deshice. Me desintegré en pequeñas gotas que caen de un grifo. Y mientras sentía como salía de mí mi última esencia me sentí viva de nuevo. Y quise volver. Pero a veces, rehacer lo deshecho no es posible. O factible. O correcto.

Ya me había ido. ¿Para qué regresar?

viernes, 16 de enero de 2009

16 de enero


Humo y ruido se mezclaban en aquel lugar. La barra, pegajosa, estaba iluminada por luces rojas que palpitaban mientras consumían sus últimos días de vida. El alcohol, la música insinuante, las caderas que bailaban contoneándose encima de un escenario de madera y las figuras borrosas que se mezclaban detrás de unas cortinas no añadían más que un cierto aire de erotismo vulgar a un lugar que ya de por sí inspiraba cierto tono de desolación.

Una camarera mayor, de esmalte de uñas desconchado, carmín barato y pelo sujeto en mil horquillas, que intentaban darle un aire de vieja dama, encendía un cigarro en el otro extremo del local, mientras observaba a las jovencitas de dudosa reputación parlotear con cierta gracia con clientes que no buscaban en ellas otra cosa que no fuese un contacto, un toqueteo lascivo, cuyas ganas se dibujaban en las caras con muecas de deseo.

Sí, las noches siempre eran largas en el "Lapin", todo París lo sabía.

martes, 13 de enero de 2009

13 de enero



La luz entraba con suavidad en la habitación y Lilly abrió los ojos lentamente. Sonrió al observar que él estaba ahí, todavía durmiedo, con una respiración constante, y su pecho moviéndose ligeramente con cada respiración. La piel, cremosa y suave, dibujaba líneas en sus hombros, a los que no llegaban a cubrir las sábanas, y en un movimiento inconsciente su mano buscó la de ella. Ella se dejó coger y se acercó a él, con cuidado, para no despertarlo, y se acurrucó junto a su cuello, llenándose de su olor, de esa fragancia cálida que parecía que llevaba impresa en la piel y dejó caer un beso en sobre una de sus clavículas.
Paul abrió despacio los ojos y los clavó en los de ella, mientras suspiró:


-Me ha encantado.

-¿El qué?

-...

-¿Qué te ha encantado?

-Despertarme contigo.
Lilly sonrió con ligereza y giró sobre su costado dejando, coquetamente, caer los rayos de sol sobre su espalda.

13 de enero


Mirando atrás se quedan los cuadernos Rubio, el mundo de las letras, sumar con los dedos, aprender a multiplicar repitiendo las tablas, ...
Y parece que también se queda la infancia. Oliver y Benji, castillos de arena, coger flores en la calle, cruzar siempre en verde, doblar con cuidado la ropa de las Barbies, ir al cine a ver los estrenos de Disney, soñar despierta, ilusionarte al ver nacer los gusanos de seda en una caja de zapatos, maquillarte con las pinturas de tu madre, pasarte tarde desfilando con la ropa "de mayor", subirte a unos tacones vertiginosos...Pero algunos parece que no cambiamos. Ojalá siempre quede un poco de inocencia

sábado, 10 de enero de 2009

10 de enero



Miró hacia el cielo y el gris le inundó los ojos. Se dejó acariciar por última vez por la suave brisa que llegaba de ningua parte y bajando la cabeza escuchó el chirrido de un tren que se acercaba, como advirtiendo con su ruido el final de una agonía. Anne hizo un mohín y se inclinó para recoger las maletas cuando un leve sollozo la distrajo levemente. A su derecha, dos amantes se despedían con tristeza. Ella se dejaba caer en los brazos de él, que la sostenía con suavidad. Parecía una de esas películas americanas que tanto proyectaban en los cines de la pequeña Plaza Mayor. Anne sacudió la cabeza, y cogiendo su equipaje se dispuso a subir al tren. Esta vez ya no había marcha atrás. Y mientras la vieja locomotora arrancaba decidió no mirar atrás, olvidar el paisaje que se iba diluyendo en los ventanucos de su vagón. Y con tristeza suspiró, finalmente sabía que por muy lejos que se marchase, el pasado siempre volvía a ella, y dejándose caer sobre su asiento cerró los ojos y cruzó los dedos. Quizás, esta vez no sería como las anteriores.









miércoles, 7 de enero de 2009

7 de enero


Un hola. Una caricia. Una mirada. Un escalofrío. Un beso. Dos cuerpos. Calor. Segundos. Aire. Aliento. Carne. Huesos.

Y el tiempo, el tiempo. Se nos va en versos.

martes, 6 de enero de 2009

6 de enero


Respiro, inspiro. Expiro.

Te absorvo, te observo. Me encuentro.

Siento, escucho. Veo

Vivo, espero (desespero). Creo.