Se asomó por la ventana y vió la figura espigada de Marissa marcharse hacia el norte. Gritó, pero a aquella distancia ya no podía escucharla y se apoyó en el alféizar esperando que se girase para al menos poder despedirse.
Ella lo hacía todo igual. Tal cual llegaba de repente como se marchaba en el momento que menos te lo esperabas.
Solamente le quedaba esperar la llamada de rigor.
¡¡Ring, ring!!
( Me he ido ya mamá. No me busques. )