
Al entrar por la puerta y cerrarla Nadia tuvo la sensación de que había alguien justo detrás de aquel portazo y fue a abrirla siguiendo un impulso irremediable mientras echaba a correr en dirección al muro de detrás. Y sí, allí estaba.
- ¿Te quedas a cenar?
- Me quedaré toda la vida, si me dejas.