sábado, 31 de enero de 2009

1 de febrero


Cuando la chica se inclinó, una fragancia cara impregnó el ambiente. Era el aroma más dulzón que había olido en su vida, pero esa mezcla de almizcle y rosas con el largo cabello rojizo hacían que Hubert no pudiese quitar la vista de la joven que acababa de entrar en el café.

-¿Me pones un café?

-Hum...

-¿Hola?¿Podrías ponerme un café? Corto, con mucha leche.

-Sí, claro.


...


-Gracias. Oye, ¿tengo algo en la cara?

-¿Perdón? No, no, no he creído que me hablabas.

-Es la primera vez que alguien intenta coquetear conmigo de una manera tan sumamente torpe. ¿Quieres sentarte?



Y en ese momento Hubert no entendió qué significaba lo que le recorría la columna vertebral. Pero se parecía a la sensación que Gene Kelly tenía en "Cantando bajo la lluvia". Y sin saber qué le empujaba a hacerlo, se sentó. Y dejó que pasase.

2 comentarios:

YLM-SPAIN dijo...

Me encantan tus textos...

Pàola Morillo Saaghy dijo...

Momentos inesperados,
que tan solo...
fluyen.

Hermoso,
;)